¿Se puede vivir del DIY (‘do it yourself’)? Internet y el entorno digital se han convertido en un vehículo idóneo para transformar un hobby en un negocio.

No obstante, hay que distinguir entre una afición –colgar en Facebook tu última creación en ganchillo- y una empresa rentable. Entre ambas cosas media un abismo. Si tienes un blog, tienes lectores, pero no un negocio craft. Este último requiere clientes.

Por otra parte, el ‘handmade’ se encuentra en ‘tierra de nadie’. La mayoría de artesanos operan en negro y no obtienen los ingresos suficientes. Necesita una regulación específica, dado el auge de este sector.

Las cuentas claras

Para vivir del DIY, tienes que plantear el proyecto como una empresa, en la que invertirás tiempo y dinero. Necesitarás una estrategia y asesoramiento para ponerla en marcha.

Primero, tienes que pensar en el producto, en el modelo de negocio y en cómo vas a satisfacer la demanda.

¿Se trata de un producto único y especial? ¿El ‘hecho a mano’ genera valor añadido y justifica un precio superior a la fabricación en serie? ¿Vas a tener tiempo de producir con la calidad y rapidez necesaria?

¿Cuál es tu nicho de mercado y cliente potencial? ¿Quiénes son tus competidores?

Por otra parte, cuando se vive de una afición, centramos nuestros esfuerzos en algo que nos apasiona. Y eso es muy gratificante. Pero también es un arma de doble filo. Porque le dedicamos muchas horas. Y si no se cobran, no hay beneficio.

En el ‘crafting business’ hay que tener los números claros. ¿Cuánto gastas realmente? Cuenta los materiales, horas de trabajo, luz y agua, pago de autónomos, asesores, formación, asistencia a congresos y encuentros, publicidad,…

¿Podrás vender tus productos a un precio lo suficientemente elevado, pero atractivo, para poder cubrir dichos gastos?

Imagen de empresa

Como empresa, necesitarás una marca única, que proyecte tus valores y personalidad y te diferencie de la competencia. Y que esté debidamente registrada.

También es muy importante el packaging. Y, por supuesto, los medios de pago y el servicio de mensajería. Gastos que deberás repercutir en el precio final.

Respecto al punto de venta, tres de cada cinco creadores apuestan por el comercio electrónico.

En la actualidad existen plataformas para emprendedores creativos como Etsy, Artesanum o Artesanio, que te permiten crear tu propia tienda virtual. Ambas cobran una comisión sobre las ventas.

Otra opción para vivir del DIY es crear tu propio e-commerce. No es una inversión descabellada, ni tan elevada como puede parecer.

Recuerda que estamos hablando de montar una empresa, no un blog para aficionados. Si queremos vender, habrá que ‘abrir’ un establecimiento.

Existe otra vía. Exhibir nuestros productos hechos a mano en una web y distribuirlos en tiendas físicas, con las que cerremos acuerdos.

Redes sociales

Para vivir del DIY también debes atraer a tus clientes potenciales y convertirlos en clientes reales y prescriptores de tu marca.

Las redes sociales son un gran medio publicitario, pero hay que dedicarles mucho tiempo. Y eso repercute en la productividad. Hay que ser muy selectivos, y no bombardear ni aburrir a los usuarios.

Además, necesitas una estrategia. No puedes colgar post y vídeos sin ton ni son. Para hacer crecer tu negocio y obtener unos resultado mínimos deberás definir un plan de marketing online.

También es preciso tener conocimientos sobre fotografía, SEO, analítica web, técnicas de copywriting y storytelling, y, en general, sobre cómo utilizar las redes en beneficio del negocio.

Si no es así, deberás contratar a un profesional o una empresa. Y lo mismo sucede con los conocimientos sobre temas legales, fiscales, de protección de datos y facturación.