Ha sido una de las noticias de la semana. El ministerio de Empleo y Seguridad Social quiere impulsar en esta legislatura un pacto político y social por la conciliación y racionalización de horarios. Además quiere estudiar las consecuencias de un cambio de huso horario.

La intención del Gobierno actual es que la jornada laboral acabe a las 18.00 horas, para lo cual es preciso llegar a un acuerdo entre empresas y trabajadores.

Esta propuesta no es nueva. El PP ya la contemplaba en el programa que presentó a las elecciones del pasado 26 de junio. Pero, ¿es factible?

Jornada partida

En España, el Estatuto de los Trabajadores establece una serie de límites a la jornada laboral, como el máximo de horas a realizar por semana: 40 horas semanales, 8 horas diarias.

Esta jornada es similar a la de otros países europeos, como Italia. Pero no es un problema de horas, sino de horarios. En España abundan los turnos partidos e invertimos hasta dos horas en comer.

Este hecho alarga el número de horas presenciales en el trabajo, mientras que en la mencionada Italia, tan perecida a España en el carácter mediterráneo, tienen una jornada laboral de 8 a 18 horas y dedican una a comer.

La consecuencia es que todo se demora en el tiempo: la hora de recoger a los niños, el ocio en familia, llegar a casa, cenar, ver la tele, irse a la cama. De hecho, somos uno de los países europeos que más tarde se acuesta. Y el que menos tiempo dedica a dormir.

Presentismo

A esto hay que sumar hábitos tan arraigados como el presentismo laboral, que consiste en permanecer en el puesto de trabajo las horas que haga falta –ya sea por convicción o por obligación-.

Y que, lejos de hacernos más productivos, conlleva que rindamos menos porque estamos más cansados y porque en realidad el trabajo se dilata en función del tiempo que tengamos para desempeñarlo. Por tanto, un horario más racional incrementaría el rendimiento.

Al peculiar ritmo español hay que sumar el desfase horario. España, a excepción de Canarias, sigue la hora central europea cuando debería tener el huso horario del meridiano de Greenwich.

El motivo es la decisión tomada por Francisco Franco en 1942 para alinear el horario español con el de la Alemania nazi, y que guarda poca relación con nuestra hora solar. Otros países como Reino Unido y Portugal también adelantaron una hora sus relojes, pero la recuperaron después.

Viabilidad

Aunque no todos los trabajadores pueden tener la misma jornada, ya que algunos han de hacer turnos o trabajar de noche, ¿es posible hacer las cosas de otra manera?

Si nos preguntan, todos estamos de acuerdo en establecer medidas para conciliar vida laboral y la personal. Pero cada país tiene sus propias costumbres y tradiciones, incluso en la esfera económica y laboral. Y éstas son difíciles de cambiar. Por eso estos días son muchos los expertos que ven inviable la racionalización de horarios.

Mientras que en otros países echar horas de más en el trabajo está mal visto, porque piensan que no eres capaz de organizarte y sacar tu tarea adelante, aquí continuamos haciendo méritos en la oficina en forma de horas presenciales.

Y seguimos estresados, cansados, restando tiempo a la familia y rindiendo peor.